CUANDO DIOS CALLA

A veces hay momentos en la vida en los que necesitamos una respuesta rápida de parte de Dios. Tal vez estemos atravesando alguna crisis o dificultad donde lo único que nos queda es recurrir al Señor para recibir una intervención divina que resuelva éso que tanto nos agobia. Lo que pasa es que muchas veces por más que oramos y pedimos, solamente escuchamos un gran silencio el cual nos hace creer que estamos solos o que simplemente Dios no nos quiere responder.

Creo que ésos períodos de silencio ya sean cortos o largos, tienen el propósito de acercarnos más a Él. Obviamente no es fácil permanecer en un lugar donde no recibimos respuesta inmediata pero cuando Dios calla no necesariamente es porque nos haya abandonado, de hecho no lo hace por molestarnos ni por desesperarnos, si no que sus razones van más allá de nuestro entendimiento.

Entonces ¿qué debemos hacer cuando Dios calla? Lo que debemos hacer es primeramente seguir orando y seguir externando lo que sentimos. Pedir la fortaleza y las herramientas necesarias para seguir batallando mientras esperamos. También debemos permanecer confiados en que la respuesta viene en camino, ya que si Dios prometió que en medio de la prueba sería nuestro pronto auxilio y que estaría con nosotros hasta el fin del mundo, es seguro que así será. Luego mantener la calma y por último apoyarnos en la Palabra de Dios la cual permite que nuestra fe aumente, la esperanza permanezca y la paz esté con nosotros en medio de la tormenta.

Dios NUNCA nos abandona, así que déjame decirte que nada de lo que hoy estás pasando es para tu mal; al contrario Él usará cualquier situación para que te acerques a él y así poder darte lo que tu corazón y alma necesitan. Él quiere llevar cabo el plan perfecto que diseñó para ti aún antes de nacer, pero debes perseverar hasta el final. Por éso confía, Él jamás te defraudará ni se olvidará de tí. Todo, absolutamente todo, está bajo su control y qué mejor manera que esperar creyendo que el mismo Dios que hizo tantos milagros hace más de dos mil años, es el mismo que hoy te sanará, te llenará y hará realidad eso que tanto has estado esperando. ¡Ánimo! No desmayes, sé fuerte y valiente; no olvides que el estilo de Dios no es abandonarte si no sorprenderte, eso sí, todo en su tiempo!



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