PERSONA MADURA Y EMOCIONALMENTE INTELIGENTE
Cuando hablamos de madurez emocional, lo asociamos al estado de desarrollo psicosocial de una persona. El diccionario de la Real Academia Española señala que uno de los términos de la madurez es el juicio prudente o sensato.
Las personas emocionalmente inteligentes tienen capacidad para gestionar sus emociones de manera adaptiva tanto a la hora de tomar decisiones cómo cuando necesitamos relacionarnos con los demás o regular nuestros estados afectivos.
Hay varias características que demuestran que una persona tiene buena inteligencia emocional:
1. Acepta la realidad y está abierta a ella.
2. Es autónoma y responsable de sí misma.
3. Se relaciona y actúa positivamente.
4. Son capaces de reconocer sus propias emociones.
5. Muestran buenas capacidades empáticas conectándose afectivamente con otras personas.
6. Saben expresar sus emociones.
7. Se esfuerzan por construir una interpretación útil de las experiencias.
8. Gestionan sus pensamientos hacia una adecuada salud mental.
En éste sentido también hay cualidades que distinguen a las personas maduras como lo son la templanza, la fortaleza, la sinceridad, la paciencia, la constancia, la caridad y la generosidad.
Cabe resaltar que la madurez no tiene nada que ver con la edad, pero es necesario y fundamental el aprendizaje que recibimos desde el hogar para poder alcanzarla. Por ejemplo, si los padres les brindan demasiadas comodidades a los hijos es muy posible que estos no aprendan que tienen responsabilidades y que inclusive no puedan en ocasiones ni con sus tareas básicas en el futuro.
Es por esto que es importante el desarrollo personal en todas las áreas para mejorar nuestra calidad de vida conjuntamente con la manera de relacionarnos con los demás. La madurez y la inteligencia emocional nos permitirá tener una respuesta más acertada ante las diferentes situaciones que se viven día con día y así convertirnos en una mejor versión de nosotros mismos.
Las personas emocionalmente inteligentes tienen capacidad para gestionar sus emociones de manera adaptiva tanto a la hora de tomar decisiones cómo cuando necesitamos relacionarnos con los demás o regular nuestros estados afectivos.
Hay varias características que demuestran que una persona tiene buena inteligencia emocional:
1. Acepta la realidad y está abierta a ella.
2. Es autónoma y responsable de sí misma.
3. Se relaciona y actúa positivamente.
4. Son capaces de reconocer sus propias emociones.
5. Muestran buenas capacidades empáticas conectándose afectivamente con otras personas.
6. Saben expresar sus emociones.
7. Se esfuerzan por construir una interpretación útil de las experiencias.
8. Gestionan sus pensamientos hacia una adecuada salud mental.
En éste sentido también hay cualidades que distinguen a las personas maduras como lo son la templanza, la fortaleza, la sinceridad, la paciencia, la constancia, la caridad y la generosidad.
Cabe resaltar que la madurez no tiene nada que ver con la edad, pero es necesario y fundamental el aprendizaje que recibimos desde el hogar para poder alcanzarla. Por ejemplo, si los padres les brindan demasiadas comodidades a los hijos es muy posible que estos no aprendan que tienen responsabilidades y que inclusive no puedan en ocasiones ni con sus tareas básicas en el futuro.
Es por esto que es importante el desarrollo personal en todas las áreas para mejorar nuestra calidad de vida conjuntamente con la manera de relacionarnos con los demás. La madurez y la inteligencia emocional nos permitirá tener una respuesta más acertada ante las diferentes situaciones que se viven día con día y así convertirnos en una mejor versión de nosotros mismos.
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