MIRANDO EL CORAZÓN

En la actualidad las personas se enfocan mucho en las apariencias. Se esfuerzan diariamente por alcanzar el cuerpo perfecto, andar a la moda, tener la última tecnología, etc; sólo para aparentar ante los demás que son o tienen lo mejor. Muchas veces pasa que lo que las personas aparentan no necesariamente es lo que realmente son, pero en el caso de Dios, Él no ve como comúnmente muchos en ocasiones solemos ver.

Hay una historia la cual te voy a contar y ojalá la puedas imaginar...
Hace miles de años, Dios estaba a punto de elegir al próximo rey de Israel por lo que le dice al profeta Samuel que vaya a Belén a la casa de Isaí porque escogería a uno de sus hijos para ungirlo y así lo hizo. (1 Samuel 16:1) . Cuando llegaron, Samuel vió a uno de los muchachos y dijo: 《Sin duda, éste es el ungido del Señor》... la Biblia cuenta la respuesta que recibió: "Pero el Señor le dijo a Samuel: —No te dejes impresionar por su apariencia ni por su estatura, pues yo lo he rechazado. La gente se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón. 1 Samuel 16:7". Así que sucesivamente Samuel vió a los siete hijos de Isaí pero Dios no escogió a ninguno de ellos, por lo que el profeta pregunta: 《¿Son todos ellos tus hijos?》Fue entonces donde supo que hacía falta uno, el hijo más joven que estaba cuidando en ése momento el rebaño. Así que lo manda a llamar y luego sucede lo siguiente: "Isaí mandó a buscarlo, y se lo trajeron. Era buen mozo, trigueño y de buena presencia. El Señor le dijo a Samuel: —Éste es; levántate y úngelo.  Samuel tomó el cuerno de aceite y ungió al joven en presencia de sus hermanos. Entonces el Espíritu del Señor vino con poder sobre David, y desde ese día estuvo con él. Luego Samuel regresó a Ramá.1 Samuel 16:7, 12-13".

Si logramos reflexionar en ésta Palabra, Dios no se dejó impresionar como lo hizo el profeta con el primer hijo de Isaí porque aparte de buen mozo y fornido, era alto y tenia mucha presencia. Cuando Samuel lo vió dijo 《sin duda es éste》, pero Dios le hizo saber que la apariencia a Él no lo impresionaba si no que lo que realmente lo convencía era el corazón y así fué como escogió al indicado. Ninguno se imaginó que un muchacho tan joven y pastor de ovejas sería al que Dios finalmente escogería, pero más allá del físico Dios supo quien era el que realmente tenía un corazón de Rey y ése era David.

Es por éso que debemos de aprender a mirar el corazón de los demás y no las apariencias porque éstas realmente engañan. Vivimos en un mundo obsesionado con la belleza externa y con lo superficial, pero que hermoso es saber que a  Dios no le importan nada de ésas cosas. Él no se fija si somos altos, bajos, feos, guapos; si no que se fija en nuestro corazón. A mí en lo personal me motiva a sembrar y cultivar más en las cualidades internas porque éste cuerpo tarde o temprano dejará de ser pero nuestra esencia es la que permanecerá aún en la eternidad.

Así que te animo a que no importa lo que hayas sido o hecho en el pasado, lucha por ser cada vez más bello internamente y comparte con los demás esa luz que brilla en tu interior por medio del amor de Dios que alberga en tu corazón. Vale el esfuerzo ver más allá de lo que nuestros ojos naturalmente pueden ver. Pidámosle al Señor que siempre nos abra los ojos del alma para valorar tanto de los demás como de nosotros mismos lo que realmente sómos.

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