ACTITUD DAÑINA

Una de las actitudes más difíciles que el ser humano tiene que sobrellevar es el orgullo. Muchas veces éste provoca que exista una distancia considerable entre los corazones y destruye por completo las relaciones interpersonales.

También el orgullo impidió e impide incluso que nos acerquemos a Dios. Descuidamos la relación que podemos tener con Él y le damos espacio y el derecho legal al enemigo para que poco a poco nos destruya.

El orgullo produce un estancamiento personal y espiritual así como también heridas profundas en las personas que le dan una posición importante en sus vidas. Por el egoísmo y la falta de perdón mucha gente pierde la oportunidad de tener una vida saludable, feliz y plena porque todos los días traen a memoria la situación.

Y ¿cómo podemos identificar cuando estamos siendo orgullosos? Una persona orgullosa muy difícilmente acepta sus errores, cuando falla nunca pide perdón y no le gusta perdonar.  Vale más el daño ocasionado o el no tener la humildad para aceptar que se equivocó. 

La voluntad de Dios es todo lo contrario. Él no quiere que el fruto de nuestro espíritu sea el orgullo si no la humildad y el perdón. El orgullo es una atadura que no nos permite crecer ni avanzar. Dios desea que así como perdonó todas nuestras faltas nosotros perdonemos las faltas de los demás. Él nos solicita que constantemente tengamos una renovación en nuestra mente y vivamos con actitudes que nos hagan ser mejores. Por éso busquemos la manera de tener limpio nuestro corazón y mantenerlo saludable para que Dios pueda escuchar nuestro clamor y bendecirnos siempre de manera abundante.

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